De lugares y momentos

De esta forma es fácil entender que una respuesta arquitectónica a la gran superficie de territorio antes citada no puede pasar por una sola intervención puntual o focal izada en el territorio. La valoración del territorio como total y sus localidades en especifico requieren por el contrario de la configuración una red de puntos sobre el vacío antes mencionado. Una red de migajas de pan que logren estructurar recorridos y pausas que permitan a estos lugares relacionarse con el territorio y entre si.

Se trata de generar puntos por medio de los cuales la identidad de las localidades se vuelva algo público, en donde espacios de carácter local sepan doblar al mismo tiempo como puntos a una escala mayor, se trata de plazas públicas pero en el sentido más amplio de la palabra, no buscan ser el punto de encuentro de un caserío sino que de un pueblo, sus alrededores y una parada dentro de lo que es el sistema mayor al que pertenecen.

Es por esto mismo que el caso que a continuación se expone se debe entender no como el resultado último de lo antes planteado, sino que como el desarrollo en concreto de un punto y un lugar específico (La Huerta)