Se puede entender al territorio (región) como un espacio no cohesionado, en donde se pueden reconocer o mejor dicho “desconocer” paisajes completos, que desaparecen debido a su imposibilidad tanto como de gravitar en torno a si mismos, como de dialogar con aquellas entidades mayores de las que dependen de una forma que vaya más allá de un acto de mera sumisión. Estas son las áreas “vacías” de los mapas en donde no existen, más que el nombre de un lugar por pocos conocido y por menos presenciado, y el presagio de la degradación de este en una nueva población para la ciudad de la que depende si es que este se encuentra lo suficientemente cerca (perdiendo este su identidad) o en la decadencia de este si es que se encuentra demasiado distante como para ser útil a aquella entidad.
Otra forma de plantear lo anterior surge por ejemplo de observar la fotografía que muestra al mundo durante la noche, y observar como sistemas altamente desarrollados y estructurados permiten, por ejemplo, a Europa mantener prácticamente la misma dimensión y forma durante el día y la noche, mientras que la América nocturna se ve reducida a menos de un tercio de su superficie en donde América del sur se reduce a un puñado de islas y en el mejor de los casos pequeños archipiélagos de luz dentro de un mar de obscuridad.
Llevando esta imagen a la escala dentro de la este texto se enmarca es fácil darse cuenta de cómo la misma situación se vuelve a reproducir y que las zonas oscuras superan por mucho a las iluminadas del mapa.
Resulta claro que la situación de aquellos puntos situados cerca de las áreas mas iluminadas o donde se producen clústers de luz es distinta a la de aquellas flotan aisladas, la situación de Romeral, Sagrada Familia, Rauco (que gravitan en torno a Curicó) es distinta a la de Villa Prat y Hualañe, y que aunque primera vista parezcan conformar un solo sistema entorno al rio Mataquito, se debe entender que las posibilidades y opciones de desarrollo para estas localidades no pasan por entenderlas como un total unitario.
se define entonces que para que estos puntos adquieran valor, se hace necesario que estos mismos sean capaces de poner en valor las imágenes y situaciones de las que se componen, ya sea en torno a las rutas preestablecidas, posibilitando un cambio en la velocidad en que estas son recorridas, así como proponiendo nuevas rutas, cruces y conexiones que se superpongan a las (la ruta) ya dispuestas.